Bellotas, castañas, higos y piñones para alimentar a los cerdos
La bellota es el fruto de distintos árboles, como la encina, alcornoque, roble y quejigo. Aunque su consumo por el ser humano ha sido habitual en nuestro país desde tiempos prehistóricos, lo cierto es que se usa y ha usado principalmente para alimentar a los cerdos. En la época de su maduración y caída, de octubre a febrero, los cerdos la comen con ansia y llegan a engordar cincuenta kilos en poco más de dos meses. Muy rica en un aceite, el ácido oleico, que funde a temperatura ambiente, proporciona a la carne del cerdo ibérico esta fluidez y aceitosidad tan característica.
Pero no solo de bellotas vive el cerdo. En el registro histórico encontramos que cualquier fruto es apto para cebar a este animal glotón.
En América, con la llegada de los españoles, el cerdo se extendió por todo el continente convirtiéndose en un animal muy apreciado por los nativos, que llegaban a robarlos para poder criarlos. Se alimentaban frecuentemente por sí mismos de lo que la naturaleza les aportara en cada zona, concretamente, en las regiones tropicales era muy valorada la carne de cerdos que habían comido jobo, una fruta de corteza correosa, pero pulpa jugosa, que a los animales les gustaba mucho y aportaba a su carne tal sabor que incluso se decía que algún español cometió la “blasfemia” de asegurar que era mejor que los de bellota de su tierra natal.
Los industriales americanos, en la primera mitad del siglo XIX, se quejaban de los cerdos alimentados con bellotas y preferían los de maíz. Tanto era así que el precio que pagaban por el de bellota era un 40% menos, ya que las grasas blandas que producían resultaban un problema para su sistema de salazón en salmueras, aunque reconocían que esta alimentación mejoraba el aroma cuando la salazón se hacía en seco.
En un tratado de 1929 sobre el aprovechamiento de los frutos de los árboles podemos ver que, en Alabama, con la mora de árbol, se podía cebar un cerdo durante la época de dicho fruto, de modo que conseguían pasar de 45 a 90 kg con tan solo este alimento. En Iowa y Texas no era raro alimentarlos con bellotas y con la nuez del nogal rojo a la que llaman nuez de cerdo. En Cuba la guásima y fruto de la ceiba también se utilizaban con este fin.
En París alaban la carne de cerdo alimentada con castañas, por otra parte, ya nos aseguraba, en 1891, A. Valessert que en Francia la bellota casi nunca se usa para nada que no sea alimentar a los puercos, los cuales se utilizan para rastrear la tierra en busca de “tubérculos”. Desde Sevilla, por supuesto, le llegan noticias, al autor, de los deliciosos jamones de cerdos alimentados con …. ¡Castañas!:"Con frecuencia la cosecha de castañas… es suficientemente buena que hasta llegan a cebar los famosos jamones de Extremadura”
En un diario de Córdoba, en 1865, también nos describen piaras de cerdos que se ceban con piñones, castañas e higos.
Los cerdos también comen aceitunas, si se les deja. En 1951 desde Ronda (Málaga), el inspector veterinario se hacía eco de una anomalía detectada en las canales de ciertos cerdos de la zona que quedaban “brillantes y como recubiertas de aceite o glicerina, llegando incluso a gotear esta sustancia”. Llegaron a la conclusión de que eran trioleínas, debidas a la ingesta masiva de aceitunas, muy ricas en ácido oleico.
“Cerdos higueros” llaman en 1919 a los que se sacrifican en noviembre, procedentes de Murcia, donde se les había cebado con este fruto y que llegaban antes al mercado que los extremeños de bellota, que empezarían a salir a finales de año.
Rafael Salavera, en 1896 y Sánchez Rojas en 1942, nos hablan de la raza balear. Nos cuentan que se alimentaban de higos chumbos, de los que comen en grandes cantidades, ya que esta fruta abunda en Mallorca.
Firma Juan V. Olmos
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